jueves, 10 de octubre de 2013



El legado de Marcela Paz a 110 años de su nacimiento

Libro fundamental en la literatura infantil nacional, Papelucho, reinterpreta la realidad con la lógica de los niños, lo que le ha valido un reconocimiento más allá de su propia casa. El primero de los libros de la serie cuenta con 70 reediciones y el conjunto de los 12 títulos  supera las 400 ediciones y ha sido traducido al francés, griego, ruso y japonés.
Hoy se cumplen 110 años desde el nacimiento de su autora, Marcela Paz, seudónimo adoptado por Esther Huneeus Salas, quien se transformó en la tercera mujer en obtener el Premio Nacional de Literatura (1982) por su dedicación especial al cultivo de la literatura, en especial a la narrativa infantil, por la creación de un personaje literario de alcances nacionales y universales y como una distinción a las numerosas mujeres “que en nuestro país cultivan la literatura en forma sobresaliente”.
Su producción literaria la inició en 1927 e incluyó una gran cantidad de cuentos, novelas y poemas dedicados a niños y jóvenes. Su trascendencia  vigencia ha sido tal que Google puso hoy en su página principal un doodle de Papelucho, el protagonista de los libros más conocidos de la escritora.
La directora de Extensión y académica de literatura de la facultad de Humanidades y Arte, María Nieves Alonso, destaca el valor de Marcela Paz tanto por su capacidad de empatizar, a través de sus libros, con los niños chilenos, con una “simbología, imaginería cultural, muy del sentir del país”. Ello, destaca, es transversal en términos sociales lo que la convierte en un referente fundamental de la literatura infantil de muchas generaciones.
“Creo que ella escribe muy bien, tiene conciencia del hecho literario, tiene sensibilidad que le hizo captar un modo de comunicarse con niños de este país. Además, tiene tema. Escribe muy profesionalmente, traspasando el hecho social. Otro aspecto importante es su sentido del humor y la gracia de su escritura”, agrega.
Con ella coincide Edgardo Cifuentes, estudiante de doctorado en Lingüística y colaborador académico del departamento de Español, para quien Marcela Paz escribió una saga que es fundamental en la formación como lectores de toda una generación en nuestro país. “Lo prueban sus múltiples ediciones y su presencia en el imaginario colectivo de los que tienen ahora menos de 40. Por otro lado, la cercanía de sus aventuras con la vida cotidiana de un niño chileno probablemente propicia la identificación del lector con el personaje; y esto, a la larga, puede contribuir a interesarse por la lectura de obras literarias”.
No obstante, asegura, su valor principal no radica en sus cifras de ventas ni en su valor testimonial. “Creo que su calidad literaria es remarcable, y me atrevería a decir que su rasgo más sobresaliente es la capacidad para trasladar al lector no a otro lugar o espacio, sino a otra mente, a un razonamiento que al comienzo parece disparatado, pero que a la larga descubrimos consistente. Eso es un mérito para cualquier obra, infantil o no”.
Cifuentes realizó su tesis de pregrado en torno al tema el humor en Papelucho (ver artículo en revista Literatura y Lingüística), por lo que ha concentrado su trabajo más en esta obra que en su trabajo en general. En ese contexto destaca dos aspectos fundamentales en la escritura de Marcela Paz: por un lado, su capacidad para trasladar al lector a la mente infantil, de explicitar razonamientos y asociaciones que no verbalizamos por pudor, porque no les encontramos lógica. “Siempre me gustó un pasaje, de Papelucho misionero, en que el personaje describe la forma de caminar de un mono que tenía de mascota; dice algo así como Juanito tiene ese modo de caminar como que se cayó de la bicicleta y no quiere que sepan en la casa. A lo que me refiero es a la explicitación de un razonamiento propio de un niño, de ocultar accidentes sin saber muy bien por qué. En otro fragmento, de Papelucho, utiliza una asociación inexplicable, que ilustra muy bien lo que intento decir: ¿Cómo serán las almas? A mí se me ocurre una cosita blanca con la forma de Australia”.
Otro aspecto relevante en la obra de la escritora es, a juicio de Cifuentes, el humor. “Cuando la realidad se le presenta al niño como severa, grave, peligrosa, el humor le permite volver a mirarla con otro prisma, descubrir en ella lo liviano, lo inofensivo. Esto puede distender al niño, apartar su miedo al mundo real e invitarlo a reírse de él. Pero el humor tiene una doble cara, porque es el anzuelo que la autora lanza también para atrapar al lector adulto”.
-¿Cómo Papelucho, su obra emblemática, ha logrado traspasar su propio tiempo impactando aún a los niños de hoy?
-Papelucho es capaz de reinterpretar la realidad (o la forma en que los adultos vemos la realidad); le da lógica al pensamiento aparentemente absurdo de un niño, y vuelve absurdo el razonamiento aparentemente sensato de un adulto.
El encuentro violento entre dos formas opuestas de ver el mundo, entre dos órdenes de prioridades contradictorios, es común a los niños de todas las épocas. Siempre los adultos van creando y aprendiendo prácticas culturales que con el tiempo les parecen naturales, debido a la fuerza del hábito; el niño no ha aprendido esos criterios, y aplica otros razonamientos para actuar. En muchas ocasiones, los adultos no son capaces de ver lo que hay de convencional en su propio razonamiento; creen que es sentido común, pero no se trata más que de costumbres. A veces esta discrepancia de razonamientos termina en el castigo.
Hay un episodio en la novela Papelucho, en que el personaje decide ayudar a sus padres a reunir dinero vendiendo algunas cosas de la casa que nadie ocupa: corbatas, carteras, joyas, etc. El razonamiento del personaje es transparentísimo: son objetos inútiles, que solo estorban en la casa, porque nadie los usa; nunca se le pasa por la mente que en una cultura como la nuestra la sola posesión de ciertos objetos (aunque no tengan ninguna utilidad práctica) es considerada valiosa. Por supuesto, el niño termina siendo castigado.
Supongo que una pena transversal a los niños de toda época es ver castigada su espontaneidad con los rígidos moldes de actuar y pensar de una cultura. Papelucho se hace cargo de este enfrentamiento, y lo hace ridiculizándonos a los adultos a veces. Pero los adultos también nos hemos sentido alguna vez como Papelucho, cuando por ejemplo, faltos de habilidades empáticas, tratamos de actuar con otro de la mejor manera que podemos concebir, y el otro interpreta nuestra actitud de la peor forma.
Lo que digo, en resumen, es que las problemáticas que trata Papelucho no son trivialidades; son conflictos relevantes para la vida de un niño, y también para la de un adulto.

Escuela escritora Marcela Paz

marcela1. UBICACIÓN:
Diego Silva Nº1107, teléfono N° 9457783, email. mpaz@recoleta.cl
2. HISTORIA DEL ESTABLECIMIENTO:
La Escuela Básica Municipal Nº D-131, Acéptese, a contar de la total tramitación del presente decreto, por todo el año escolar 1965, la cesión gratuita que a favor del fisco hace la Directora de la Escuela Particular Nº 115 de Santiago, Sor María Cecilia Ibarra, de un local, ubicado en calle El Roble Nº687 de la comuna de Conchalí del departamento de Santiago, a fin de destinarlo al funcionamiento de una escuela pública. Así reza el primer párrafo del decreto Nº7214, del 9 de Junio de 1965, que crea la escuela mixta de segunda clase urbana Nº321 del departamento de Santiago y que funcionará en dicho local, cuya cesión fue aceptada en el párrafo anterior y luego declara “que en conformidad a lo dispuesto en la Ley Nº14.832, del 24 de Enero de 1962, el presente decreto tendrá trámite de extraordinaria urgencia.
Premio Nacional de Literatura
Entre los numerosos aciertos de Marcela Paz se menciona también el libro de cuentos en versos llamado Muselina Pérez Soto, y la obra Perico Trepa por Chile, escrita en colaboración con Alicia Morel, otra destacada escritora infantil chilena. En reconocimiento de su amplia trayectoria, en 1982 se le concedió el Premio Nacional de Literatura. Este reconocimiento se sumó a una larga serie de distinciones literarias que la autora recibió a lo largo de toda su vida.
Otras de sus creaciones fueron La Pecosa, La Vuelta de Sebastián, Caramelos de Luz y A Pesar de mi Tía.
Ester Huneeus falleció en Santiago el 11 de junio de 1985
Crea un niño como cualquier otro
Cuando Marcela Paz envió Papelucho al concurso de cuentos convocado por la Editorial Rapa Nui, no imaginó que el diario de vida del pequeño Papelucho iba a tener tan buena acogida. Fue publicado en 1947, y permitió a su creadora saltar a la fama. Papelucho es un niño como cualquier otro, con accesos de malhumor y alegría, que se asoma al mundo adulto sin perder una gota de su curiosidad, ingenio y vitalidad.
A esta primera obra siguieron muchas otras, en que Papelucho fue sucesivamente huérfano, hippie, detective, historiador, misionero, enfermo por equivocación, hermano mayor, etcétera. Los diferentes libros sobre Papelucho han sido reeditados una y otra vez en Chile, y traducidos a muchos otros idiomas.
Según la propia autora, escribió las aventuras de Papelucho pensando en lo mucho que había sufrido de niña leyendo Oliver Twist, convencida de que a los niños hay que entretenerlos y educarlos, sin exponerlos a historias tan tristes.
Marcela  Paz 

 

(Esther Huneeus Salas; Santiago, 1902 - 1985) Escritora chilena. Especializada en literatura infantil y juvenil, fue la creadora del personaje Papelucho, un clásico de la literatura chilena.

Nacida en el seno de una acomodada familia, tanto ella como sus hermanas no asistieron nunca al colegio; fueron educadas en su residencia familiar por institutrices y profesores particulares. Fue la cuarta de los ocho hijos del ingeniero Francisco Huneeus Gana y de María Teresa Salas Subercaseaux, hermana de la escritora Violeta Quevedo, Rita Salas Subercaseaux. Casada con el ingeniero José Luis Claro Montes, Esther Huneeus fue madre de cuatro hijos varones y dos mujeres. 

Su atracción por el dibujo la llevó a estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Santiago. De vocación cristiana, a comienzos de la década de 1920 inició sus trabajos cristianos y humanitarios en la Fundación Sociedad de Ciegos Santa Lucía, de la que fue secretaria entre los años 1923 y 1950.
Su actividad de toda la vida fue la literatura. Su primer libro, Tiempo, papel y lápiz, vio la luz en 1933. Firmando ya con el seudónimo de Marcela Paz, al año siguiente publicó Soy colorina, obra que le valió el premio Club Hípico de Santiago. También colaboró en las revistas El Peneca y Zig-Zag. 

En 1947 obtuvo el premio de la Editorial Rapa Nui con la creación de su personaje más popular, Papelucho, conocido ampliamente en Chile, especialmente por los niños, y en otros países gracias a las numerosas traducciones de su obra. En 1964, su interés por la literatura infantil y juvenil la llevó a impulsar la representación chilena de la Organización Internacional del Libro Infantil y Juvenil (IBBY). Esta organización le concedió en 1968 su premio de honor, otorgado por primera vez a un autor latinoamericano.